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Desconcierto

El Santo

El Santo no podía permitir semejante ultraje, no podía sucederle tanto. No sin que la sangre corriera para lavar su prestigio y lastimada honra; presto, lanzóse cual clavadista de la quebrada hacia el bulto que se movía 20 metros abajo, entre riscos y matorrales pero no escapando de la vista y la agudeza del héroe.
Claro que el Santo aterrizó perfecto sobre la humanidad (ya de por si maltrecha) del hombre biónico (no hay gloria en hazañas logradas por artificios de metal) que intentaba escapar de la furia vengadora del paladín, quien sabedor de los secretos ancestrales de las ardillas voladoras, intacto se irguió después del gran lance.
La de a caballo, la quebradora, la huracarrana, la tomoenague, la segadora, la ramona y muchos más movimientos y llaves hubo de sufrir el desgraciado que en mala hora atentara contra nuestro personaje, que digo personaje, personajazo. Muchas y muy repetidas ocasiones clamó se detuviera el castigo, pero claro que no habiendo réferi, la lucha era a muerte y éso sin contar previas afrentas. Primero perdió el brazo biónico, que a la mera hora resultó balín, pues ni fuerza descomunal ni velocidad inusitada pueden algo cuando la razón, el valor y la justicia se oponen a sus actos. Lloraba de dolor el gamberro.
El siguiente infortunio lo sufrió el ojo, no porque el Santo se regodeara en magullar el rostro del enemigo (siempre guardad la dignidad ajena, que será la propia, le recordaba su maestro), sino porque no bien se vió libre de la huracarrana, el malandrín intentaba acuchillar al portador de la máscara plateada, tan ambicionada por el lado obscuro. Mal movimiento le valió perder el ojo.
La concentración enfiló sus ojos hacia la pierna malévola...
-Juaaaaan, Pacoooo! ya métanse a comer.
-Ahoritaaaaaa
-Nada de ahorita, Ya!
-Bueno, acuérdate que yo voy ganado
-Al rato le seguimos

5 comentarios

Paula -

¿En verdad descansas en algún momento? Mi deseo entonces de que a pesar del trabajo tengas algo que disfrutar intensamente.
Y que te haga un poco feliz.

Paco -

La verdad, los deseos más encarecidos nunca se confiesan.
El fin de semana estaré trabajando, pero guardaré un rato para desearle a usted un buen rato de felicidad, una recua de recuerdos memorables, una recua de emociones intensas y un escarabajo incansable ;)

Paula -

Bueno... en verdad, yo deseo ser conquistada (aunque nunca lo confiese) igual que... creo, casi todo el mundo (me estaré liando?)
Que pase usted un preciosísimo fin de semana (yomi yomi)

Paco -

Casi siempre salimos conquistados, no?
O será que sucumbimos ante los encantos de lo ideal...

Los adultos podemos hacerlo, pero no queremos o simplemente no tenemos algo mejor que hacer.

Paula -

Aquí teníamos al Jabato...Un Íbero de Hispania en la época floreciente del imperio Romano, que al final... claro, nos conquistó.

Qué pena que los mayores no podamos interrumpir las batallas y disputas y marcharnos a comer diciendo éso de... "Bueno, acuérdate que voy ganando yo..."